"Te amo perro…
quiero que por favor rompas el vaso donde tomaba vodka y quemes las fotos de
los paseos a la playa, quiero que arranques mi olor de tus silencios, de tus
soledades, y de tus domingos rotos. Te amo perro…"
"Se habla como
se vive y se sigue halando como se muere."
"Los hombres y
mujeres y gatos y árboles que aquí habla, despedazan sus párrafos para hablar
no como se debe sino como se quiere, y no siempre el que quiere puede, Chaparro
puede quebrar tan bien algunas tradiciones narrativas por que tiene disciplina,
talento y maestría técnica, eso se nota, detrás de esto hay un proceso de
reflexión y de preparación."
"Un autor no
nace con su primera obra como tampoco muere cuando deja de escribir."
"No escribe
mejor un cojo que un atleta, no es mejor escritor un asesino, un santo o un
pederasta que un detective un pecador o un padre ejemplar. O… puede que lo sea, no por sus características
de vida como por su lucidez y su capacidad para hablar del mundo vivido e
imaginado."
"Voy a hablar en
presente porque para nosotros los gatos no existe el pasado. O bueno, sí
existe, lo que pasa es que lo ignoramos. En cuanto al futuro nos parece que es
pura y física mierda. Solo existe el presente y punto. El presente es ya, es un
techo, una calle, una lata de cerveza vacía, es la lluvia que cae en la noche,
es un avión que pasa y hace vibrar las flores que Amarilla ha puesto en el
florero, el presente es el cielo azul, es una gata a la que le digo eres cosa
seria y ella me responde sí, soy cosa seria, mierda, el presente es un poco de
whisky con flores, es esa canción con café negro, es ese ritmo con olor a
tomates…"
"La gente me
miraba con esos ojos que decían pobre chico, tan joven, tan sano, tan blanco, y
yo desde la camilla les dije tranquila gente, no soy tan sano, ni tan limpio,
ni tan creyente, no me lavo los dientes todas las mañana como ustedes, no me
cambio las medias todos los días como ustedes, no leo tantos libros, no hago
deporte ni rindo tanto en el trabajo como ustedes, tranquila gente."
"Siempre lo
acariciaba y le echaba un poco de humo azul cerca de la nariz y le decía ánimo
Joe, porque siempre estaba como triste, como bajado de nota, como si se hubiera
dado cuenta de que los días eran tristes y opacos y grises y entonces le volvía
a decir ánimo Joe, pero Joe me miraba con sus ojitos negros, roticos, tristes,
y nada parecía animarlo."
"Las mañanas
eran un lapso de tiempo transparente, una delgada franja invisible donde se
tejían los sueños, las palabras, los parques y el whisky. Estaba convencido de
que en las mañanas se fabricaban las mujeres. Los árboles de la mañana. El
resto del día era idiota. No valía la pena vivirlo. Lo mejor siempre sucedía en
ese tejido de pequeñas nubes, en ese tejido absurdo que contenía la lluvia, la
nada, el mareo, la locura, la mierda, las aves y la luz."
"-Hey Porfiria,
tengo un home run de Pete Rose entre mis manos y eso me hace feliz. Eso es la
felicidad. Y por eso te voy a invitar el sábado que viene a la playa tomaremos cerveza fría mientras el sol revienta
en nuestros cuerpos y en tu pelo que huele a fresa."
"-¿A qué huelen
tus sábados? Los míos huelen a brandy y rosas podridas—me dijo Amarilla
mientras encendía un cigarrillo. No supe qué inventarle. Para salir del apuro
le respondí que no me gustaban las rosas y que mis sábados olían a lata vacía
de cerveza. En todo caso no fue una respuesta genial, pero Amarilla se sonrió y
yo me dejé llevar por el olor de su tabaco, por el perfume de su cuello, por
ese desasosiego que emanaba de sus palabras."
"Me dio un beso
en la mejilla. Me sentí como cuando uno tenía la primera novia y le tocaba
despedirse entre los arbustos al frente de la casa antes de que el papá saliera
con el periódico en la mano como si fuera a espantar con las páginas de los
clasificados los besos."
"Aquella noche
el sudor de Amarilla se me pegó a los sueños. Era claro que Amarilla era un
sudo luego existe después de una copa de brandy, sudo luego hago el café, sudo
luego copulo, sudo luego cago, sudo luego me angustio, sudo luego me arañas.
Amarilla era en esencia sudo luego dudo."
"Ocho de la
noche. 8 p.m. Noche. La noche está fría. Clara. Huele a labial, a mujer rodeada
de oscuridad. La noche."
"Ahora
Altagracia pone dos platos blanquitos y limpiecitos con unas frutas. Después va
a la cocina y regresa con una botella de vino. Mierda, qué romanticismo. Tan
idiota. Sólo faltan velitas para que se digan idioteces bajo la luz tenue,
cosas como oye nene ven para acá me hablas cera del corazón."
"Le digo a
Lerner que ese hombre tal vez murió pensando algo así como muñeca qué diamantes
tan asesinos tienes en la mitad de tu cuerpo y entonces Lerner me responde puta
mierda Pink, qué sabio eres y yo le digo que es a causa de los tomates, el
whisky, la soledad, la desolación y todos esos techos jodidos por la lluvia trip
trip trip."
"Monroe
alquilaba un pequeño camión y en el platón acomodaban las pelotas. Max se
montaba en el platón con las pelotas y dejaba que el viento seco lo despeinara,
que le despeinara los sueños, las manos llenas de soledad, los dientes llenos de
palabras secas.
Max se enamoró
de los senos de aquella chica, de su mirada, de su olor a rueda de Chicago, de
su perfume a whisky barato y camisa de flores y entonces le dijo que la
acompañara al parque.
Llevaban
cerveza y cuando se aburrían se tendían sobre la hierba, les disparaban a las
nueves y hablaban del futuro que tenía el color azul del cielo y pensaban que
cielo azul era estar en la playa con una botella y una mujer de camisa blanca,
cielo azul era estar con una mujer que se llamara Miel, Melaza, Panela, Azúcar,
cielo azul era escuchar música todo el día, cielo azul era ir a más de cien por
hora, cielo azul era ir por la calle, meterse a un bar, hablarle a una
desconocida, preguntarle el número telefónico, chuparle las tetas y luego
llevarla a cine, cielo azul era caminar por los parques sin pensar en nada,
cielo azul era tener cara de berenjena y no importarle, cielo azul era tener
una botella de whisky siempre al lado, cielo azul era caminar descalzo sobre la
arena de la playa, cielo azul era montarse a un bus y no ir para ningún lado,
cielo azul era alimentar a las palomas, cielo azul era acariciar el pelo de una
mujer en la oscuridad, cielo azul era comer naranjas en la ventana, cielo azul
era fumar y tomar café negro con dos cubos de azúcar, cielo azul era, en fin,
cagar en paz.
Todas las
mañanas estaban clasificadas según el estado de ánimo de las palomas. Por
ejemplo, si las palomas llegaban solamente hasta los techos y se quedaban e
línea, la mañana tenía la lógica envolvente de la heroína, esa lógica venenosa,
irreal, de estar en línea bajo el cielo azul, esa lógica de que el mundo es una
plasta de mierda amarilla llena de velitas que son las chimeneas de las
fábricas y un hapiverdituyú. Si las palomas venían y se posaban en las ramas de
los árboles, las mañanas sabían un poco a pan, un poco a hojas secas, a
mantequilla con tambores, a café negro, a dolor de estómago, a me quiero matar
con una inyección en la cabeza antes del mediodía, pero antes me como unas
berenjenas con queso. Cuando las palomas se confundían con la gente en los
parques, la mañana sabía a Browning, a Smith & Wesson. Por eso Max le
disparaba desde su ventana para espantar el olor de la mañana, ese olor a
pólvora con trigo.
La pretty baby,
Mary Moon, la playmate, ese animal en technicolor estaba detrás de la puerta
con esos senos, con ese cuello, con esos ojos grandes, inmóvil, inmortal,
manchada, restregada con sudores con miedos. Pretty baby que estás en los
cielos no nos desampares con tus senos, con tus muslos dorados, con tus enormes
nalgas redondas que tapan el sol, la luna y las estrellas, no nos desampares ni
de noche ni de día. Hasta la próxima oración, pretty baby. Mamita
En realidad no
tenía cara de asesino, sino más bien de profesor de historia, que en el fondo
viene siendo lo mismo.
… y ahí fue
donde por primera vez Leonid se enamoró perdidamente y una tarde le escribimos
a Inga al centro de sus nalgas rosadas a la punta de los tríangulos agudos de
sus senos y por primera vez entendimos la perfección lo bello que era la
geometría nosotros que tanto la odiábamos…
Amarilla mira
que esto es importante Amarilla que los olores son ese tejido invisible que
conecta todos los recuerdos y los días mira Amarilla que cuando tú no estés más
junto a mí yo te recordaré más por tu sudor que por tus palabras…
… observa ese
cielo Amarilla obsérvalo con esos ojos grandes huele ese cielo el olor de las
calles siempre es el olor de la desolación todo parece quieto pero en el fondo
todo está muerto todo parece feliz pero todo es infeliz uno cree que porque los
chicos montan en bicicleta la felicidad anda por aquí y por allá pero nada de
eso Amarilla nada de eso en el fondo todo es un engaño el olor de las calles
nos mata lentamente nos atraviesa los huesos con precisión y nos dice que el
tiempo está pasando por entre nuestros dedos y nuestros ojos y no hay nada que
podamos hacer Amarilla…
… observemos
los rostros y luego cada cual se sumerge en su pequeña isla en su pequeño olor
particular y se concentra en sus sudores en sus miedos en esos aromas que
vienen de lo más profundo de los pantalones de los zapatos de los ojos es una
especie de pecueca del alma Amarilla así como lo oyes una especie de pecueca
del alma como si tuviéramos un millón de zapatos en la mitad del corazón un
millón de zapatos que han andado todos los leves caminos de los días sin hallar
nunca nada y luego en las noches los dejamos arrumados cerca de las palabras de
los recuerdos los dejamos con los cordones sueltos porque al otro día ese
millón de zapatos negros vuelven a salir por todas las carreteras de tu rostro
o del mío a hacerle auto-stop a la felicidad pero nada Amarilla…
Después te
fuiste de mesa en mesa y te pusiste a repartir besos y claveles rojos a todos
esos hombres que tenían mirada de pepino cansado y que te decían con sus
miradas y desde el fondo de sus vestidos chillones que tú Harlem eras la mujer,
que Harlem era esa noche llena de canciones confusas y rotas, Harlem era tener
esos labios rojos que decían palabras de amor…
… Harlem era
tener una erección sin remordimiento en la mitad de aquel bar que olía a opio,
a cerveza y a soledad concentrada, Harlem eras tú caminando entre las mesas
regando un poco de tu nombre un poco de tu olor aquí y allá, Harlem eran tus
manos llenas de avsos, llenas de monedas, llenas de sueñitos, de palabritas
roticas, Harlem era saber que más de media noche y que afuera llovía y hacía
calor…
Tenías la misma
lógica de la heroína, me produjiste el mismo efecto porque te vi y me dieron
ganas de inyectar tu nombre en mis venas
me dieron ganas de ir al baño y orinar orines con el sabor de tus nombre, ganas
de ir al baño del Opium y mirarme frente al espejo y decir mierda you make me
feel like a wild ring. You make my heart sing wild thing, me dieron ganas de
escribir tu nombre con sangre en el fondo de mi vaso de cerveza, ganas de que
me cortaras las venas con tus labios rojos mientras te tocaba las tetas. Ganas
de desangrarme entre tus piernas mientras me hablabas de ir a la playa.
-Oye Max, si
alguna vez viene Harlem por acá dile que siempre hay un urapán y un sueño con
ella.
Aquí dentro
huele a desempleo. A grasa. A no futuro. A me vuelvo merda ahora trip trip
trip. Somalemente se toma cerveza. La bebida de los obreros. Así es la vaina y
Lerner me responde claro PInk, así es la vaina. Aquí viene gente que nunca se
lava los dientes, gente que sólo come arroz y cerveza y que fuma cigarrillos
negros sin filtros.
Las palabras de
Marciana sabían a labial rojo, a cerveza, a música a todo volumen.
…háblame cerca
del oído, quiero que tus palabras se metan por toda mi sangre ,háblame de lo
que más te gusta, de tú jabón preferido, de tus blusas vaporosas, de tus
pantalones que huelen a días molidos, ven para acá, te tengo, ábrete un botón y
luego otro, y otro, y háblame de tu amor, descalabro, angustia, café negro, ven
para acá, te tengo, no cierres tu ventana, pocillo, vaso.
Todos
extrañaban las locuras de Régine, sus chistes, su risa dislocada, su sostén
blanco como la nieve, su música, sus dedos, sus uñas. También las palabra que
Marciana dejaba en los espejos mientras le acariciaban ding-dong el
trasero esas manos solitarias que
buscaban calmar allí entre los cristales del baño los reflejos dementes de los
gritos de Marciana, que nunca preguntaba el nombre, la ocupación, la canción
preferida, la marca del perfume. Solamente exigía que fumaran cigarrillos
rubios para que el humo azul se mezclara con su amor, descalabro, angustia,
café negro, ven para acá mi amor, te tengo, no cierres la ventana, pocillo,
vaso.
Tal vez Marta
era la única que entendía que los días estaban salpicados de pequeñas pulgas
negra, insignificantes.
Era domingo y
estabas un poco como todos los domingos. Un poco triste, rota alucinada. Un
poco vuelta mierda, con el trasero frío, con las manos oliendo a hojitas secas.
Agregó que por
plata fresco porque ella se conformaba con sus cucos rotos que sacaría a secar
cerca de las ventanas para que el ruido lejano de los autos que pasaban por la
autopista los terminara de volver más tristes, más rotos, más descompuestos.
-- Tal vez el
que construyó este barrio pensó que las esquinas eran parte de la circunferencia
de la vida donde el amor es un punto central equidistante de la curva infinita
del dolor—dijo Amarilla mientras limpiaba con la manga de su camisa el vidrio
para ver mejor las calles de aquel barrio.
Después del
concierto de rock salimos a caminar. Creo que amanecía. Creo que, como siempre,
estábamos rotos, vueltos mierda, alucinados, descompensados, por la noche, por
el ruido, por la electricidad, por el silencio que se instauraba entre
nosotros.
Desamarré el pequeño
bote. Amarilla me mandó un beso y yo empujé el bote hacia el mar. Desde el bote
Amarilla me hizo una señal, te vi perro, yo también te vi perra, y entonces le
tiré una botella y un paquete de cigarrillos y le grité oye nena sin ti no
puedo obtener satisfacción y ella sólo movió los labios y me dijo te amo perro
y yo le dije claro yo también te amo perra.
…estamos en el
centro de un cristal roto que cada día se abre más y más nuestros reflejos en
el espejo de los días no son más que un rompecabezas mal armado de nuestros
sueños de nuestras palabras…
Le dije a la
señorita de la tienda que la invitaba a un café y me dijo que qué me estaba
creyendo. En todo caso tuve una erección con aquella mujer de ojos grandes que
me empacaba los labiales rojos para Marciana y me dieron ganas de untarla de
labial, de decirle mande todo para la mierda y nos vamos a la playa, a un cine,
nos emborrachamos, hacemos el amor, te juro que no te pregunto el nombre y
luego nos despedimos, y de ponto te regalo una de mis camisas de flores
tropicales como recuerdo.