Este hombre de mente rápida y
lengua despiadada, resultaba demasiado inteligente y desprejuiciado para esa
sociedad provinciana, un ave rara en el Santiago de entonces.
Cuando despiertes tendremos meses,
tal vez años para pegar los trozos rotos de tu pasado o mejor aún podemos
inventar tus recuerdos a medida según tus fantasías
Pero no me pidas exactitudes
porque se me deslizarán errores, mucho se me olvida o se me tuerce, no retengo
lugares fechas ni nombres, en cambio jamás se me escapa una buena historia.
Mi vida se hace al contarla y mi
memoria se fija con la escritura; lo que no pongo en palabras sobre papel, lo
borra el tiempo.
-Me duele como a ti, pero tengo
menos miedo de la muerte y más esperanza en la vida—dijo abrazándome. Hundí la
cara en su chaleco, aspirando su olor a hombre joven, sacudida por un atávico
espanto.
La niña y la joven que fui, la
mujer que soy, la anciana que seré, todas las etapas son agua del mismo
impetuoso manantial.
Los años de amores postergados le
sirvieron para cambiar su personalidad, se desprendió del sentido de culpa
inculcado por un padre déspota y se alejó de la religión, que lo oprimía como
una camisa de fuerza.
La vida de mi madre es una novela
que me ha prohibido escribir; no puedo revelar sus secretos y misterios hasta
cincuenta años después de su muerte, pero para entonces estaré convertida en
alimento de peces, si mis descendientes cumplen las instrucciones de arrojar
mis cenizas al mar.
Vivía cada cuento como si fuera
mi propia vida, yo era cada uno de los personajes, sobre todo los villanos,
mucho más atrayentes que los héroes virtuosos.
-¿Te parece correcto? Dios
apuesta con Satanás, castiga al pobre hombre sin piedad y además pretende que
lo adore. Es un dios cruel, injusto y frívolo. Un patrón que se comporta así
con sus siervos no merece lealtad ni respeto, mucho menos adoración.
Lo más importante para ganar una
discusión es no vacilar, aunque tengas dudas y mucho menos si estás equivocada.
Al dejarme en la fiesta me dio un
consejo inolvidable, que he aplicado en los momentos cruciales de mi vida: piensa que los demás tienen más miedo que tú
Se bailaba con las mejillas
pegadas—“cheek-to-cheek” creo que se llamaba—pero ésa era una proeza imposible
para mí, porque mi cara por lo general alcanza al esternón de cualquier hombre
normal…
El contraste entre puritanismo
del colegio, que exaltaba el trabajo y no admitía las necesidades básicas del
cuerpo ni los relámgpagos de la imaginación, y el ocio creativo y la
sensualidad arrolladora de esos libros, me marcó definitivamente. Durante décadas oscilé entre esas dos
tendencias, desgarrada por dentro y perdida en un mar de confusos deseos y
pecados…
La condición femenina es una
desgracia, hija, es como tener piedras atadas a los tobillos, no se puede
volar.
…,he aceptado las costumbres
españolas de fumar, tomar café y licor a destajo, acostarse al amanecer,
ingerir cantidades mortales de grasa, no hacer ejercicio y burlarse del
colesterol. Sin embargo aquí la gente vive tanto como los californianos, sólo
que mucho más contentos.
…después de nuestra muerte todo
sigue igual, como si jamás hubiéramos existido, pero en la medida de nuestra
precaria humanidad tú, Paula, eres para mí más importante que mi propia vida y
que la suma de casi todas las vidas ajenas. Cada día mueren setenta millones de
personas y nacen aún más, sin embargo solo tú naciste, solo tú puedes morir.
Algunos pretendían llevar a sus
mujeres e hijas como carga, no las consideraban del todo humanas y no podían
comprender la necesidad de comprarles un pasaje.
-Nadie puede estar seguro de
quién es su padre, sólo se puede estar seguro de la madre –repliqué con la
dignidad en alto
Para ese viejo valiente, mientras
más profunda la herida más privado era el dolor
Sabía que estaba haciendo algo
prohibido, pero no podía retroceder ni escapar, atrapada en mi propia
curiosidad, una fascinación más poderosa que el terror.
El dolor es un camino solitario
Este hombre me trae una ventolera
de aire fresco, las adversidades le han templado el carácter, nada lo apabulla,
tiene inagotable fortaleza para las luchas cotidianas, es inquieto y
apresurado, pero lo invade una calma budista cuando se trata de soportar
infortunios, por lo mismo resulta buen compañero en las dificultades.
Consideraba el matrimonio como un
pésimo negocio para las mujeres, en cambio lo recomendaba sin reservas a su
descendencia masculina.
Estaba cada vez más cojo y
achacoso, pero permaneció fiel a su teoría de que las enfermedades son castigos
naturales de la humanidad y los dolores se sienten menos si uno los ignora.
-Ella sigue viva—dijo—porque o no
la he olvidado ni por un solo momento. Suele venir a verme.
El futuro no existe, dicen los
indios del altiplano, sólo contamos con el pasado para extraer experiencia y
conocimiento, y el presente, que es apenas un chispazo, puesto que en mismo
instante se convierte en ayer.
Las novelas se hacen con dementes
y villanos, con gente torturada por sus obsesiones, con víctimas de los
engranajes implacables del destino. Desde el punto de vista de la narración, un
hombre inteligente y de buenos sentimientos como el tío Ramón no sirve para
nada, en cambio como abuelo es perfecto.
Tuve un primer atisbo de la
desventaja de mi sexo cuando era una mocosa de cinco años y mi madre me
enseñaba a tejer en el corredor de la casa de mi abuelo, mientras mis hermanos
jugaban en el álamo del jardín.
No se trataba de envidia freudeana,
no hay razón para codiciar ese pequeño y caprichoso apéndice masculino, si
tuviera uno no sabría qué hacer con él.
Después de todo, la infidelidad
es tan antigua como la institución del matrimonio. Nadie perdonó que la
protagonista del reportaje tuviera las mismas motivaciones para el adulterio
que un hombre: oportunidad, aburrimiento, despecho, coquetería, desafío,
curiosidad.
De los hippies cultivaba el
aspecto exterior, en realidad vivía como una hormiga obrera trabajando doce
horas diarias para pagar las cuentas.
El feminismo no me alcanzó para
repartir las tareas domésticas, en verdad esa idea no me pasó por la cabeza,
creía que la liberación consistía en salir al mundo y echarme encima los
deberes masculinos, pero no pensé que también se trataba de delegar parte de mi
carga.
Ponía mi mano donde él la había
puesto y enseguida la retiraba asustada, sin entender esa mezcla de repugnancia
y de turbio placer.
--declaro que la muerte es
natural y más valía acostumbrarse a ella desde temprano.
-Estas obsesionada, sólo hablas
de ella, no puedes pensar en nada más, vas rodando por un abismo con tanto
impulso que no puedes detenerte. No me dejas ayudarte, no quieres oírme… Debes
poner algo de distancia emocional entre ustedes dos o te volverás loca.
Y deje de
llorar, porque la tristeza contamina el aire y aturde el alma.
Con un esfuerzo brutal he ido
toda mi vida remando río arriba; estoy cansada, quiero dar media vuelta, soltar
los remos y dejar que la corriente me lleve suavemente hacia el mar.
Descansaba muy poco por la noche,
sólo tres o cuatro horas, solía ver el amanecer leyendo o jugando al ajedrez
con sus más fieles amigos, pero podía dormir durante pocos minutos, por lo
general en el automóvil, y despertaba fresco.
Se enamoró de las coristas y me
daba largas disertaciones sobre la gordura como parte de la hermosura y el
horror contra natura que significaban las modelos desnutridas de las revistas
de moda.
Usted debe ser la peor periodista
de este país hija. Es incapaz de ser objetiva, se pone al centro de todo, y
sospecho que miente bastante y cuando no tiene una noticia, la inventa. ¿Por
qué no se dedica a escribir novelas mejor? En la literatura esos defectos son
virtudes.
El dolor es inevitable en el paso
por esta vida, pero dicen que casi siempre es tolerable si no se le opone
resistencia y no se agregan miedo y angustia.
En sus veintiocho años en este
mundo Paula alcanzó una madurez que otros nunca logran, comprendió cuán efímera
es la existencia y se desprendió de casi todo lo material, más preocupada por
las inquietudes del alma.
La selección de la especie no ha
servido para que florezca la inteligencia o evolucione el espíritu, a la
primera oportunidad nos destrozamos uno a otros como ratas prisioneras en una
caja demasiado estrecha.
Ardía de deseos e inquietudes
insatisfechas, ésa fue una época de varios amoríos para distraer la soledad.
En realidad no sirvo para la
clandestinidad, soy muy torpe en las enmarañadas estrategias de la mentira,
dejaba huellas por todas partes.
Era uno de esos intelectuales noctámbulos
de Buenos Aires, parroquiano de antiguos mesones y cafeterías, amigo de
teatreros, músicos y escritores, lector voraz, hombre peleador y de respuestas
rápidas, había visto mundo y conocido gente famosa, un contrincante feroz que
me sedujo con sus historias y su inteligencia, en cambio dudo que yo lo
impresionara demasiado, a sus ojos era una inmigrante chilena de treinta y
cinco años, vestida de hippie y con costumbres burguesas.
Hay que preservar la familia, los
amantes pasan y se van sin dejar cicatrices.
Tengo un abanico de arrugas finas
en torno a los ojos, como tenues cicatrices de risas y llantos del pasado.
Tal vez la vejez es otro
comienzo, tal vez se pueda volver al tiempo mágico de la infancia, ese tiempo
anterior al pensamiento lineal y a los prejuicios, cuando percibía el universo
con los sentidos exaltados de un demente y era libre para creer lo increíble y
explorar mundos que después, en la época de la razón, desaparecieron.
Enterré el amor en un arenal de
silencio.
El sentimiento de soledad
arrastrado desde la infancia se hizo aún más agudo, pero me consolaba la vaga
esperanza de estar marcada por un destino especial que se me revelaría algún día.
Es cierto que no me faltaron
amores, pero hasta esa noche en la casa de Willie no me había abierto para dar y
recibir sin reservas; una parte de mí siempre vigilaba y aún en los encuentros
más íntimos y especiales, aquellos que inspiraron las escenas eróticas de mis
novelas, mantuve el corazón protegido.
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