jueves, 24 de abril de 2014

OPIO EN LAS NUBES (Rafael Chaparro Madiedo)

"Déjame ver si en tus ojos se nota que tienes los sueños vueltos como los míos ven, estréllate contra mi carne destrózame córtame en pequeños pedacitos y llévatelos y bótalos cerca de aquellos árboles donde nos veíamos cuando terminábamos los días ven y toca mis nalgas tócalas pálpalas recórrelas termina de romper mis calzones blancos y llenos de rotos tristes llenos de agujeros de nicotina y licor amor descalabro café negro ven quiero que sepas que siempre estaré esperándote cerca de una espejo para que toques mi cuerpo por detrás por encima por los lados por la tangente con tus manos con tus dedos y que siempre mi pequeño escribiré tu nombre en el espejo mientras me tocas mientras te desgarras en mi sangre…"

"Te amo perro… quiero que por favor rompas el vaso donde tomaba vodka y quemes las fotos de los paseos a la playa, quiero que arranques mi olor de tus silencios, de tus soledades, y de tus domingos rotos. Te amo perro…"

"Se habla como se vive y se sigue halando como se muere."

"Los hombres y mujeres y gatos y árboles que aquí habla, despedazan sus párrafos para hablar no como se debe sino como se quiere, y no siempre el que quiere puede, Chaparro puede quebrar tan bien algunas tradiciones narrativas por que tiene disciplina, talento y maestría técnica, eso se nota, detrás de esto hay un proceso de reflexión y de preparación."

"Un autor no nace con su primera obra como tampoco muere cuando deja de escribir."

"No escribe mejor un cojo que un atleta, no es mejor escritor un asesino, un santo o un pederasta que un detective un pecador o un padre ejemplar.  O… puede que lo sea, no por sus características de vida como por su lucidez y su capacidad para hablar del mundo vivido e imaginado."

"Voy a hablar en presente porque para nosotros los gatos no existe el pasado. O bueno, sí existe, lo que pasa es que lo ignoramos. En cuanto al futuro nos parece que es pura y física mierda. Solo existe el presente y punto. El presente es ya, es un techo, una calle, una lata de cerveza vacía, es la lluvia que cae en la noche, es un avión que pasa y hace vibrar las flores que Amarilla ha puesto en el florero, el presente es el cielo azul, es una gata a la que le digo eres cosa seria y ella me responde sí, soy cosa seria, mierda, el presente es un poco de whisky con flores, es esa canción con café negro, es ese ritmo con olor a tomates…"

"La gente me miraba con esos ojos que decían pobre chico, tan joven, tan sano, tan blanco, y yo desde la camilla les dije tranquila gente, no soy tan sano, ni tan limpio, ni tan creyente, no me lavo los dientes todas las mañana como ustedes, no me cambio las medias todos los días como ustedes, no leo tantos libros, no hago deporte ni rindo tanto en el trabajo como ustedes, tranquila gente."

"Siempre lo acariciaba y le echaba un poco de humo azul cerca de la nariz y le decía ánimo Joe, porque siempre estaba como triste, como bajado de nota, como si se hubiera dado cuenta de que los días eran tristes y opacos y grises y entonces le volvía a decir ánimo Joe, pero Joe me miraba con sus ojitos negros, roticos, tristes, y nada parecía animarlo."

"Las mañanas eran un lapso de tiempo transparente, una delgada franja invisible donde se tejían los sueños, las palabras, los parques y el whisky. Estaba convencido de que en las mañanas se fabricaban las mujeres. Los árboles de la mañana. El resto del día era idiota. No valía la pena vivirlo. Lo mejor siempre sucedía en ese tejido de pequeñas nubes, en ese tejido absurdo que contenía la lluvia, la nada, el mareo, la locura, la mierda, las aves y la luz."

"-Hey Porfiria, tengo un home run de Pete Rose entre mis manos y eso me hace feliz. Eso es la felicidad. Y por eso te voy a invitar el sábado que viene a la playa  tomaremos cerveza fría mientras el sol revienta en nuestros cuerpos y en tu pelo que huele a fresa."

"-¿A qué huelen tus sábados? Los míos huelen a brandy y rosas podridas—me dijo Amarilla mientras encendía un cigarrillo. No supe qué inventarle. Para salir del apuro le respondí que no me gustaban las rosas y que mis sábados olían a lata vacía de cerveza. En todo caso no fue una respuesta genial, pero Amarilla se sonrió y yo me dejé llevar por el olor de su tabaco, por el perfume de su cuello, por ese desasosiego que emanaba de sus palabras."

"Me dio un beso en la mejilla. Me sentí como cuando uno tenía la primera novia y le tocaba despedirse entre los arbustos al frente de la casa antes de que el papá saliera con el periódico en la mano como si fuera a espantar con las páginas de los clasificados los besos."

"Aquella noche el sudor de Amarilla se me pegó a los sueños. Era claro que Amarilla era un sudo luego existe después de una copa de brandy, sudo luego hago el café, sudo luego copulo, sudo luego cago, sudo luego me angustio, sudo luego me arañas. Amarilla era en esencia sudo luego dudo."

"Ocho de la noche. 8 p.m. Noche. La noche está fría. Clara. Huele a labial, a mujer rodeada de oscuridad. La noche."

"Ahora Altagracia pone dos platos blanquitos y limpiecitos con unas frutas. Después va a la cocina y regresa con una botella de vino. Mierda, qué romanticismo. Tan idiota. Sólo faltan velitas para que se digan idioteces bajo la luz tenue, cosas como oye nene ven para acá me hablas cera del corazón."

"Le digo a Lerner que ese hombre tal vez murió pensando algo así como muñeca qué diamantes tan asesinos tienes en la mitad de tu cuerpo y entonces Lerner me responde puta mierda Pink, qué sabio eres y yo le digo que es a causa de los tomates, el whisky, la soledad, la desolación y todos esos techos jodidos por la lluvia trip trip trip."

 "Monroe alquilaba un pequeño camión y en el platón acomodaban las pelotas. Max se montaba en el platón con las pelotas y dejaba que el viento seco lo despeinara, que le despeinara los sueños, las manos llenas de soledad, los dientes llenos de palabras secas.

Max se enamoró de los senos de aquella chica, de su mirada, de su olor a rueda de Chicago, de su perfume a whisky barato y camisa de flores y entonces le dijo que la acompañara al parque. 

Llevaban cerveza y cuando se aburrían se tendían sobre la hierba, les disparaban a las nueves y hablaban del futuro que tenía el color azul del cielo y pensaban que cielo azul era estar en la playa con una botella y una mujer de camisa blanca, cielo azul era estar con una mujer que se llamara Miel, Melaza, Panela, Azúcar, cielo azul era escuchar música todo el día, cielo azul era ir a más de cien por hora, cielo azul era ir por la calle, meterse a un bar, hablarle a una desconocida, preguntarle el número telefónico, chuparle las tetas y luego llevarla a cine, cielo azul era caminar por los parques sin pensar en nada, cielo azul era tener cara de berenjena y no importarle, cielo azul era tener una botella de whisky siempre al lado, cielo azul era caminar descalzo sobre la arena de la playa, cielo azul era montarse a un bus y no ir para ningún lado, cielo azul era alimentar a las palomas, cielo azul era acariciar el pelo de una mujer en la oscuridad, cielo azul era comer naranjas en la ventana, cielo azul era fumar y tomar café negro con dos cubos de azúcar, cielo azul era, en fin, cagar en paz. 

Todas las mañanas estaban clasificadas según el estado de ánimo de las palomas. Por ejemplo, si las palomas llegaban solamente hasta los techos y se quedaban e línea, la mañana tenía la lógica envolvente de la heroína, esa lógica venenosa, irreal, de estar en línea bajo el cielo azul, esa lógica de que el mundo es una plasta de mierda amarilla llena de velitas que son las chimeneas de las fábricas y un hapiverdituyú. Si las palomas venían y se posaban en las ramas de los árboles, las mañanas sabían un poco a pan, un poco a hojas secas, a mantequilla con tambores, a café negro, a dolor de estómago, a me quiero matar con una inyección en la cabeza antes del mediodía, pero antes me como unas berenjenas con queso. Cuando las palomas se confundían con la gente en los parques, la mañana sabía a Browning, a Smith & Wesson. Por eso Max le disparaba desde su ventana para espantar el olor de la mañana, ese olor a pólvora con trigo. 

La pretty baby, Mary Moon, la playmate, ese animal en technicolor estaba detrás de la puerta con esos senos, con ese cuello, con esos ojos grandes, inmóvil, inmortal, manchada, restregada con sudores con miedos. Pretty baby que estás en los cielos no nos desampares con tus senos, con tus muslos dorados, con tus enormes nalgas redondas que tapan el sol, la luna y las estrellas, no nos desampares ni de noche ni de día. Hasta la próxima oración, pretty baby. Mamita

En realidad no tenía cara de asesino, sino más bien de profesor de historia, que en el fondo viene siendo lo mismo.

… y ahí fue donde por primera vez Leonid se enamoró perdidamente y una tarde le escribimos a Inga al centro de sus nalgas rosadas a la punta de los tríangulos agudos de sus senos y por primera vez entendimos la perfección lo bello que era la geometría nosotros que tanto la odiábamos…

Amarilla mira que esto es importante Amarilla que los olores son ese tejido invisible que conecta todos los recuerdos y los días mira Amarilla que cuando tú no estés más junto a mí yo te recordaré más por tu sudor que por tus palabras…

… observa ese cielo Amarilla obsérvalo con esos ojos grandes huele ese cielo el olor de las calles siempre es el olor de la desolación todo parece quieto pero en el fondo todo está muerto todo parece feliz pero todo es infeliz uno cree que porque los chicos montan en bicicleta la felicidad anda por aquí y por allá pero nada de eso Amarilla nada de eso en el fondo todo es un engaño el olor de las calles nos mata lentamente nos atraviesa los huesos con precisión y nos dice que el tiempo está pasando por entre nuestros dedos y nuestros ojos y no hay nada que podamos hacer Amarilla…

… observemos los rostros y luego cada cual se sumerge en su pequeña isla en su pequeño olor particular y se concentra en sus sudores en sus miedos en esos aromas que vienen de lo más profundo de los pantalones de los zapatos de los ojos es una especie de pecueca del alma Amarilla así como lo oyes una especie de pecueca del alma como si tuviéramos un millón de zapatos en la mitad del corazón un millón de zapatos que han andado todos los leves caminos de los días sin hallar nunca nada y luego en las noches los dejamos arrumados cerca de las palabras de los recuerdos los dejamos con los cordones sueltos porque al otro día ese millón de zapatos negros vuelven a salir por todas las carreteras de tu rostro o del mío a hacerle auto-stop a la felicidad pero nada Amarilla…

Después te fuiste de mesa en mesa y te pusiste a repartir besos y claveles rojos a todos esos hombres que tenían mirada de pepino cansado y que te decían con sus miradas y desde el fondo de sus vestidos chillones que tú Harlem eras la mujer, que Harlem era esa noche llena de canciones confusas y rotas, Harlem era tener esos labios rojos que decían palabras de amor…

… Harlem era tener una erección sin remordimiento en la mitad de aquel bar que olía a opio, a cerveza y a soledad concentrada, Harlem eras tú caminando entre las mesas regando un poco de tu nombre un poco de tu olor aquí y allá, Harlem eran tus manos llenas de avsos, llenas de monedas, llenas de sueñitos, de palabritas roticas, Harlem era saber que más de media noche y que afuera llovía y hacía calor…

Tenías la misma lógica de la heroína, me produjiste el mismo efecto porque te vi y me dieron ganas de inyectar tu  nombre en mis venas me dieron ganas de ir al baño y orinar orines con el sabor de tus nombre, ganas de ir al baño del Opium y mirarme frente al espejo y decir mierda you make me feel like a wild ring. You make my heart sing wild thing, me dieron ganas de escribir tu nombre con sangre en el fondo de mi vaso de cerveza, ganas de que me cortaras las venas con tus labios rojos mientras te tocaba las tetas. Ganas de desangrarme entre tus piernas mientras me hablabas de ir a la playa. 

-Oye Max, si alguna vez viene Harlem por acá dile que siempre hay un urapán y un sueño con ella. 

Aquí dentro huele a desempleo. A grasa. A no futuro. A me vuelvo merda ahora trip trip trip. Somalemente se toma cerveza. La bebida de los obreros. Así es la vaina y Lerner me responde claro PInk, así es la vaina. Aquí viene gente que nunca se lava los dientes, gente que sólo come arroz y cerveza y que fuma cigarrillos negros sin filtros. 

Las palabras de Marciana sabían a labial rojo, a cerveza, a música a todo volumen. 

…háblame cerca del oído, quiero que tus palabras se metan por toda mi sangre ,háblame de lo que más te gusta, de tú jabón preferido, de tus blusas vaporosas, de tus pantalones que huelen a días molidos, ven para acá, te tengo, ábrete un botón y luego otro, y otro, y háblame de tu amor, descalabro, angustia, café negro, ven para acá, te tengo, no cierres tu ventana, pocillo, vaso.

Todos extrañaban las locuras de Régine, sus chistes, su risa dislocada, su sostén blanco como la nieve, su música, sus dedos, sus uñas. También las palabra que Marciana dejaba en los espejos mientras le acariciaban ding-dong el trasero  esas manos solitarias que buscaban calmar allí entre los cristales del baño los reflejos dementes de los gritos de Marciana, que nunca preguntaba el nombre, la ocupación, la canción preferida, la marca del perfume. Solamente exigía que fumaran cigarrillos rubios para que el humo azul se mezclara con su amor, descalabro, angustia, café negro, ven para acá mi amor, te tengo, no cierres la ventana, pocillo, vaso.

Tal vez Marta era la única que entendía que los días estaban salpicados de pequeñas pulgas negra, insignificantes.

Era domingo y estabas un poco como todos los domingos. Un poco triste, rota alucinada. Un poco vuelta mierda, con el trasero frío, con las manos oliendo a hojitas secas. 

Agregó que por plata fresco porque ella se conformaba con sus cucos rotos que sacaría a secar cerca de las ventanas para que el ruido lejano de los autos que pasaban por la autopista los terminara de volver más tristes, más rotos, más descompuestos. 

-- Tal vez el que construyó este barrio pensó que las esquinas eran parte de la circunferencia de la vida donde el amor es un punto central equidistante de la curva infinita del dolor—dijo Amarilla mientras limpiaba con la manga de su camisa el vidrio para ver mejor las calles de aquel barrio.

Después del concierto de rock salimos a caminar. Creo que amanecía. Creo que, como siempre, estábamos rotos, vueltos mierda, alucinados, descompensados, por la noche, por el ruido, por la electricidad, por el silencio que se instauraba entre nosotros.

Desamarré el pequeño bote. Amarilla me mandó un beso y yo empujé el bote hacia el mar. Desde el bote Amarilla me hizo una señal, te vi perro, yo también te vi perra, y entonces le tiré una botella y un paquete de cigarrillos y le grité oye nena sin ti no puedo obtener satisfacción y ella sólo movió los labios y me dijo te amo perro y yo le dije claro yo también te amo perra. 

…estamos en el centro de un cristal roto que cada día se abre más y más nuestros reflejos en el espejo de los días no son más que un rompecabezas mal armado de nuestros sueños de nuestras palabras…

Le dije a la señorita de la tienda que la invitaba a un café y me dijo que qué me estaba creyendo. En todo caso tuve una erección con aquella mujer de ojos grandes que me empacaba los labiales rojos para Marciana y me dieron ganas de untarla de labial, de decirle mande todo para la mierda y nos vamos a la playa, a un cine, nos emborrachamos, hacemos el amor, te juro que no te pregunto el nombre y luego nos despedimos, y de ponto te regalo una de mis camisas de flores tropicales como recuerdo.

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